San Simón y San Judas.
Es curioso que en la piedad popular se tenga tanta devoción a estos dos apóstoles, en especial a “San Judas”, mientras que la historia casi nada nos dice sobre la acción de ellos. Sin embargo, esta gran devoción a San Judas Tadeo parece quedar sólo en petición de favores y en prender veladoras. Lo poco que sabemos de ellos nos llevaría a un compromiso más serio que simplemente esperar milagros.
Cristo para cumplir la misión que le ha confiado el Padre escoge un grupo de personas que ayudarán en esa misión. Ya el número de “Doce” aparece como un símbolo del nuevo Israel. Por sus nombres parecen ser de diferentes lugares y clases sociales, con diferentes aspiraciones y preparación, pero todos son como cualquier hombre común y corriente.
Su primer y gran mérito es haber recibido gratuitamente un llamado de gran importancia. Es de tanta importancia y trascendencia que Jesús pasa la noche en oración, en diálogo íntimo con su Padre, para poder escogerlos. Después llama a “los que Él quiso”, sin adecuarse a los criterios humanos. Así reciben el llamado como un regalo, pero un regalo que ciertamente exigió una respuesta contundente que trasforma su vida.
Con Cristo comparten todo: su predicación, sus caminos, sus milagros, los ataques, las ilusiones, y poco a poco se van identificando con Él. Sin embargo, el proceso no es fácil, deben cambiar su corazón, deben ajustarse a los criterios de Jesús.
Judas, todavía en la última Cena, le pregunta a Jesús por qué se les manifiesta sólo a ellos y no a todo el mundo.
Con la resurrección se convierten en testigos y constructores del nuevo “camino”.
San Pablo cuando escribe a los Efesios, considera que la Nueva Familia, la Iglesia, tiene su cimiento en los apóstoles, siendo Jesús la piedra angular.
Que en este día nosotros sigamos el ejemplo de estos dos grandes apóstoles: recibamos con alegría y entusiasmo el llamado del Señor, nos acerquemos a Él en la oración, la lectura de los Evangelios, la meditación de su Palabra; nos convirtamos en testigos de su Resurrección en este mundo.
Que también nosotros seamos apóstoles, enviados de Jesús. Esa es la tarea de todo cristiano: ser apóstol del Señor.