Lc 6, 39-42
Hoy tenemos una doble enseñanza. La primera estaría referida a descubrir nuestros propios errores. Somos humanos y como tales tenemos fallas, debilidades. Es pues necesario descubrirlas.
La segunda enseñanza: No es fácil ayudar al hermano a salir adelante de sus debilidades. Requiere, como cuando hay que sacar una paja del ojo, mucho cuidado, mucho cariño, mucho amor y atención.
De repente entre los noticieros y sus comentaristas aparece una preocupación por “la gente”, expresión que no sé específicamente a quien se refiere, porque se pierde en el anonimato sin ninguna persona en particular. Y la “gente” dice, y la “gente” escoge, y la “gente” prefiere. Y a veces estas elecciones y estas propuestas parecen tan absurdas que uno se pregunta por qué la “gente” ha elegido lo que no tienen ningún sentido. Después descubrimos, con asombro, que hay “directores de opinión”, manipuladores de masas y “anónimos” de las redes sociales que se encargan precisamente de eso: hacer creer a las personas que ellas están eligiendo lo que ellos les han puesto por delante.
¿Quién guía a esta sociedad? ¿Por qué se adoptan posturas que parecen contrarias a nuestras costumbres y a nuestros ideales? Es una triste realidad que hay quienes se encargan de manipular y dirigir hacia sus fines comerciales, políticos y mercantilistas, el pensamiento de la sociedad.
¿Cuáles son sus intereses? ¿Cuáles son sus ganancias? Tendremos que estar muy atentos para descubrir quiénes y por qué nos guían. Ya Jesús, desde aquellos tiempos, entreveía que no siempre la “voluntad popular” es signo de democracia y que no siempre una abrumadora mayoría es signo de libertad.
¿Cómo explicar el Domingo de Ramos con aquella multitud exaltándolo y alabándolo, si a los tres días se presenta esa misma multitud condenándolo y exigiendo su crucifixión?
Hay guías, líderes que no se tientan el corazón para conducir a la perdición con tal de lograr sus propósitos. Jesús nos pone en alerta, sobre todo después de habernos presentado el camino verdadero a la felicidad, para que no nos dejemos guiar por esos ciegos. “Si un ciego guía a otro ciego caerán los dos en un hoyo”.
Se acusa la falta de líderes, pero hay líderes que guían a la corrupción, a las falsas felicidades y al fracaso. Cristo es nuestro único líder y nuestro único guía. Dejémonos guiar por sus silbos amorosos para encontrar la verdadera felicidad.