Miércoles de la Octava de Pascua

Lc 24, 13-35

Lucas, en este pasaje, sintetiza lo que ya desde el principio de su evangelio ha venido diciendo: Dios se ha acercado a nosotros, nos ha salido al camino haciéndose uno de nosotros. 

Sentirnos acompañados por Jesús, sentarnos a su mesa a compartir su pan es la más bella experiencia de Resurrección. 

El evangelio de los caminantes de Emaús, tan sumergidos en la tristeza y en el fracaso, pudiera ser el de cualquiera de nosotros que hemos pasado por frustraciones y tropiezos. Jesús se acerca, se involucra con los caminantes, los cuestiona y acopla su paso a los de los desconsolados; escucha con atención y comparte la pena, pero no solo comparte, ofrecer respuestas y proporciona luces. 

Ya en esos momentos comienza a arder el corazón de los que estaban tan fríos, pero la culminación llega manifestar su necesidad, al reconocer la oscuridad que se avecina y pedir que se quede con ellos: » quédate con nosotros porque ya es tarde y pronto va a anochecer». Y a la petición hecha por temor hay una respuesta que supera toda la imaginación. No solo se queda por un momento, sino que Hecho pan se ofrece para hacer partido y repartido. 

No solo vence la oscuridad, sino que enciende el fuego y la luz en los corazones que ahora se sienten capaces de retomar el camino que habían desandado por el fracaso. 

El partir el pan, el acoger la palabra, el sentarse a la mesa ha transformado el corazón de aquellos dos hombres que se sentían desahuciados. ¿Porque no hacer nosotros la misma petición? 

Jesús también a nosotros nos da compañía, nos da su palabra que ilumina, tiene puesta la mesa y el pan que compartirá. 

¿Nos acercamos a Jesús?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *