Mt 10, 1-7
Generalmente se tiene la idea de que el Reino de los cielos es el cielo en sí mismo y que por lo tanto se vivirá solo después de la muerte. La realidad es que el Reino de los cielos es el cielo vivido en la tierra; es vivir ya una realidad que llegará a la plenitud en la eternidad.
Esta realidad se identifica sobre todo con un estado interior del hombre que lo lleva a experimentar continuamente la paz, la alegría y a superar cualquier clase de dificultad. Es la vida que el hombre experimenta por estar habitado del Espíritu Santo.
Con esta condición interior, el hombre es capaz de construir una sociedad diferente pues percibe a los demás como sus hermanos. Por ello san Pablo dice que el Reino de los cielos es: Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Jesús les decía a sus discípulos que anunciaran que «el Reino estaba cerca». Pues ahora, después de la muerte y resurrección del Cristo y con el envío del Espíritu Santo, el Reino es una realidad para todos los bautizados.
Hagámonos conscientes de esta realidad y unámonos a los apóstoles para hacer del conocimiento de los demás, que el Reino de los cielos pude ser ya una realidad para todos.