Hoy, como un eco de una antigua tradición ligada a la sociedad rural, celebramos litúrgicamente una jornada de acción de gracias a Dios por los favores que nos ha hecho y de petición de ayuda por los frutos de nuestro trabajo en este nuevo curso.
Acción de gracias que, como leemos en el Deuteronomio, es respuesta a los bienes recibidos, Moisés, exhorta al pueblo a dar gracias por todos lo que ha recibido y a reconocer que sólo de Dios procede la fuerza y la riqueza, por ello nos invita a dar gracias con ese hermoso cántico del libro de las Crónicas: “Bendito eres Señor, Tú eres Señor del universo…”
El medio rural, efectivamente, por la fuerza de los hechos, tenía viva conciencia de que los frutos recogidos —sin desconsiderar el esfuerzo humano— eran un don de Dios. Ante los imponderables del clima y de las circunstancias del trabajo del campo, el hombre era más consciente de que dependía del buen Dios. Por contraste, el progreso de la técnica y del trabajo industrial parecen amenazar esta “memoria de Dios”: en no pocos casos, se ha diluido la conciencia de dependencia de Dios, y el hombre corre el riesgo de auto-divinizarse al pensar que ya no necesita del Creador. En cambio, Jesús nos ha dicho: «Pedid y se os dará (…); llamad y se os abrirá» (Mt 7,7), que es tanto como si nos dijera: —Yo te recordaré y te ayudaré, pero necesito que tú no me olvides y que no me eches de tu vida.
En este sentido, San Juan Pablo II advierte: «Es preciso que el hombre dé honor al Creador ofreciendo, en una acción de gracias y de alabanza, todo lo que de Él ha recibido. El hombre no puede perder el sentido de esta deuda, que solamente él, entre todas las realidades terrestres, puede reconocer y saldar como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios».
Y como prevención ante este riesgo de ingenua “desmemorización”, la oración colecta de hoy nos invita a decir: «Señor Dios, Padre lleno de amor, que diste a nuestros padres de Israel una tierra buena y fértil, para que en ella encontraran descanso y bienestar, y con el mismo amor nos das a nosotros fuerza para dominar la creación y sacar de ella nuestro progreso y nuestro sustento; al darte gracias por todas tus maravillas, te pedimos que tu luz nos haga descubrir siempre que has sido tú, y no nuestro poder, quien nos ha dado fuerza para crear las riquezas de la tierra».