Sábado de la XXXIV Semana del Tiempo Ordinario

Lc 21, 34-36

El Evangelio nos indica dos actitudes: estar en vela y orar. La vigilancia es muy oportuna para que cuando llegue el Verbo a nosotros en la carne de un niño, sepamos aceptar y vivir el misterio.

La vigilancia y la oración preparan para el día del juicio.  La vigilancia tiene en el evangelio un profundo significado moral, relacionado casi siempre con el día de la parusía.

El ser humano se adormece fácilmente, como las jóvenes de la parábola de las lámparas.  La oración que Jesús recomienda es una espera, llena de confianza y de amor, del Dios que está por llegar; es la búsqueda de Dios con el pensamiento y con el corazón. 

Esa oración es la presencia de Dios percibida por medio de la fe y llevada a la existencia cotidiana por el reconocimiento de sus derechos, la aceptación de sus planes y una generosa colaboración en ellos.

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