Viernes de la III Semana de Cuaresma

Mc 12, 28-34

En este dialogo de Jesús con el escriba, hace el escríbase una pregunta, una pregunta existencial, que, con frecuencia nos la hacemos todos, como algo normal. Para un judío, con muchísimas leyes y preceptos, era una pregunta fundamental. Quería saber cuál es lo decisivo para vivir con sentido la vida. Nosotros cuando la hacemos buscamos dar un sentido a nuestra vida y saber lo fundamental para nuestra realización.

Lo más importante del dialogo es la respuesta. Respuesta, que todo judío sabía de memoria, que recitaba todos los días y era lo que le daba sentido a su vida, lo que le ayudaba a realizarse como persona, pero no sabiéndolo solamente, sino sobre todo cumpliéndolo. Las palabras de ánimo de Jesús “has respondido sensatamente” es una invitación a que lo viva, lo practique.

La respuesta al escriba inquieto, nos estimula a descubrir y buscar la verdad en nuestra actuación diaria y en nuestra misión. Llamados como somos a vivir con Jesús y desde Él, su proyecto de hacer el Reino de Dios, es muy importante la coherencia de vida. Somos muy sabios en normas y preceptos, los tenemos, y nos cuesta más el ser sabios en el actuar desde los valores evangélicos y desde las enseñanzas de Jesús.

El amor a Dios y el amor a los demás es una tarea diaria, es la mejor fórmula y manera de lograr nuestra identidad como personas. Dios nos ama, nos acompaña, confía en nosotros y esto nos exige correspondencia de amor a Él. El amor a los demás, aunque nos cuesta, es tan necesario como el amor a Dios, pues les necesitamos, con su actuación nos protegen y nos ayudan. Cumpliendo este mandato nos realizamos como personas.