Viernes de la VI Semana de Pascua

Jn 16, 20-23

Hay personas que pasan por el mundo como si siempre estuvieran a disgusto, no se alegran de verdad, se vuelven agresivos y todo les molesta, y con frecuencia les echan la culpa a otros, y al verlos en ese estado, las personas se alejan de ellos, se pierden oportunidades y se generan conflictos.  ¿Está el problema fuera de ellos?  No, el problema está en el corazón.

Es cierto que hay muchas cosas exteriores que pueden influir en nuestro estado de ánimo, pero lo exterior no es lo que de la paz ni la alegría.

Jesús, hoy, nos pone un ejemplo muy vivo: la madre que va a dar a luz y espera a su hijo con ilusión.  Ella estará sufriendo pero lo hace con alegría y esperanza.  Le duele, proferirá gritos de dolor, pero su corazón está alegre.

Hoy, Cristo nos invita a estar alegres, con esa verdadera alegría que brota del corazón, que envuelve a la persona en un ambiente de paz y que nos hace que estemos dispuesto a estar en armonía con los demás.  Ya basta de estar protestando, hoy porque hace calor y mañana porque hace frío; hoy porque hay mucha gente y mañana porque no vino nadie.  Todas las circunstancias externas no pueden modificar la verdadera armonía del corazón.

¿Hay problemas y enfermedades?  Es cierto, tendremos dolores, pero si protestamos en nada remediamos la situación.

¿Qué me dice Jesús en este momento?  ¿Cómo uno mis enfermedades y dolencias a su vida? y ¿cómo siento su presencia conmigo? ¿Cómo puedo transformar estos elementos, que me parecen todos negativos, transformarlos en luz que proporcione alegría?  ¿Qué haría Jesús en una situación semejante?

Cuando sientas que estás muy triste, solitario, te recomiendo que imagines a Jesús cerca de ti y que pienses qué es lo que te pide en ese momento.  Es cierto que algunas veces tendremos ganas de rebelarnos, protestar y reclamarle.  Muchos de los salmos son reclamos a la presencia de Dios y búsqueda de soluciones a graves problemas.  Todo esto lo podemos dialogar con Jesús, pero a lo que no tenemos derecho es a vivir amargados, negativos y sin participación en la búsqueda de soluciones.

Puede la vida ser muy dura, pero será peor para quien la afronta sin esperanzas.  Puede haber muchos problemas, pero serán mayores si no los resolvemos con entereza.  Puede haber mucha soledad y nostalgia, pero será estéril si no la llenamos de la presencia y del amor de Jesús.

Hoy, Jesús está aquí contigo y camina junto a ti.