Mc 6, 1-6
Jesús nos enseña en este pasaje lo difícil que puede ser nuestro trabajo de evangelización entre los nuestros, en nuestra casa, en nuestro centro de trabajo, incluso en nuestros barrios.
Hay situaciones en nuestra iglesia que parecen cumplir cabalmente este proverbio que hoy nos ofrece Jesús: cuesta trabajo aceptar a los hermanos aun en los más sencillos servicios. Es difícil aceptar, por ejemplo, como ministro de la comunión a quien conocemos de toda la vida y reconocemos sus cualidades, pero también conocemos sus defectos. En nuestros grupos preferimos a las religiosas o al sacerdote que a un vecino nuestro aunque esté bien preparado.
Así imaginemos a Jesús que se ha encarnado plenamente en su pueblo, que lo conocen como hijo del carpintero José y que han convivido con Él todo el tiempo. Es cierto que un primer momento causa admiración y todos se preguntan ¿cómo es posible?, ¿Dónde ha aprendido? Les llama la atención el origen de sus palabras, la sabiduría que posee y los prodigios que realiza. Pero todo esto contrasta con la familiaridad que sus paisanos creían tener con Él, dado que conocían a sus padres y a sus hermanos.
Para los que se relacionan con Jesús, tanto en los tiempos de la primera comunidad, como para nuestra comunidad actual, resulta inquietante y hasta incomprensible la humanidad de Jesús, tan cercano, tan de casa, tan de familia, lo hemos sentido que hasta podemos quedarnos sin fe, sin reconocerlo y sin aceptar su amor.
Hoy, tendremos que dejarnos tocar por este Jesús tan cercano, tan nuestro, pero que quiere establecer y profundizar una relación con nosotros. Quizás, también a nosotros, nos pase que toda la vida lo hemos visto, hemos vivido en un ambiente de familiaridad con el Evangelio y ya no nos causa sorpresa. Y si no nos toca en nuestro interior, si no llega a nuestro corazón, entonces, tampoco Jesús podrá hacer milagros en medio de nosotros.
Te invito a que este día, en las personas, en los acontecimientos y en el mismo Evangelio te dejes encontrar por Jesús y lo encuentres como algo novedoso, diferente, inquietante, para que también en ti haga milagros. Reconoce al Jesús que está cerca de ti y camina contigo.