Martes de la II Semana de Cuaresma

Is 1, 10. 16-20

Sodoma y Gomorra, las dos ciudades pecadoras destruidas por la ira de Dios, permanecen en la actitud negativa del pueblo que responde con ingratitud e infidelidad al amor que Dios le ha manifestado.

No son los sacrificios y las prácticas cultuales vacías de espíritu los que pueden purificar al hombre, sino solamente la práctica de la justicia, que debe corresponder a la misericordia de Dios siempre pronta a perdonar.

Con frecuencia aplicamos a Dios nuestras propias mezquindades y limitaciones.  ¿Me podrá perdonar Dios?  ¿Tendrá suficiente poder?  ¿Tendrá ganas de perdonarme?

En esta Cuaresma, soy invitado a reconocer mis pecados; con mayor razón soy invitado a reconocer, ante todo, la infinita misericordia de Dios.

Mt 23, 1-12

Las distancias entre la teoría y la práctica, entre el mandamiento y su cumplimiento, entre lo exterior y lo interior, hoy nos aparece en las palabras de Cristo, llenas de fuerza.

Moisés expresa toda autoridad o responsabilidad.  Autoridad= servicio.

Los vestidos e insignias de oración, las filacterias y los mantos con franjas  -lo exterior, sin alma-  la finalidad fallida: «para ser vistos».

La palabra de Cristo: «Que el mayor entre ustedes sea su servidor».

A la luz de esta Palabra, celebremos hoy la Eucaristía.