Lunes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario

Lc 8, 16-18

Una de las actividades más importantes de nuestra actividad comercial es la publicidad. Las compañías gastan verdaderas fortunas para hacer conocer su producto para que conociéndolo el público se sienta no sólo invitado a adquirirlo, sino persuadido de que lo necesita de manera indispensable.

Esto es lógico pues es a través de nuestros sentidos como conocemos y llegamos a desear lo que se nos ofrece. Este es el centro del evangelio de hoy: que la vida cristiana sea conocida por todos para que se sientan persuadidos de que solo en ella es posible la felicidad.

Por ello Jesús invita a todos sus seguidores a que esta vida, este estilo de pensar, de hablar de vivir, sea notorio a todos los que nos rodean. En otras palabras, nuestra vida, nuestra propia persona es el mejor medio de publicidad para el evangelio.

Una buena publicidad atraerá a muchos a imitar y a desear vivir de acuerdo a lo que ven en nosotros; por el contrario una mala publicidad o una publicidad negativa alejará a aquellos que están buscando un camino a la felicidad.

Permite que en tu vida se transparente Cristo; busca con todas tus fuerzas vivir de acuerdo al Evangelio. Recuerda que las palabras convencen, pero que el testimonio arrastra.