Viernes de la III Semana de Adviento

Jn 5, 33-36

La relación entre Juan el Bautista como precursor y Jesús el Mesías, hoy nos aparece clara.  Juan es llamado el precursor, es decir, un heraldo que va delante del rey manifestándolo y predisponiendo su llegada.

Juan es lámpara que brilla anunciando el sol definitivo.

Juan ha dado un testimonio muy verdadero y venerable, pero aun con su grandeza no es el testimonio definitivo o básico.  Cristo recibe el testimonio todavía más grande y fundamental de Dios mismo.  La fuerza y la verdad de Dios se manifiestan en las obras de Cristo, en su doctrina y en sus milagros.  Estas cosas son, como oímos decir al Señor, las que «dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre».

Igualmente podríamos decir, lo que nos acredita como cristianos no serán ni nuestros títulos y pertenencias a grupos, o nuestro cumplimiento meramente legal o tradicional, sino las obras que realicemos.