Sábado de la XI Semana Ordinaria

2 Cro 24, 17-25

Ayer oíamos como empezó a reinar Joás, salvado por el sacerdote Yehoyadá de la matanza que Atalía hizo de sus nietos para quedarse con el poder.  Hoy, tomado del libro de las Crónicas, es decir, escrito unos trescientos años después de los hechos, escuchamos como terminó el reinado de Joás.

Él se había conservado fiel por muchos años, al fin, después de la muerte de su protector y guía, el sacerdote Yehoyadá, cede a los cultos idolátricos.  Nos dijo la lectura: «el Señor les envió profetas para que se arrepintieran, pero no hicieron caso a sus amonestaciones».

Nunca han faltado ni faltarán los que iluminan, enseñan, anuncian y también denuncian, pero ¿les hacemos caso?

La triste muerte de Joás «para vengar al hijo del sacerdote Yehoyadá» es interpretada como un castigo de Dios por los malos hechos cometidos.  Esto, para nosotros es una reflexión un tanto simplista porque tenemos la perspectiva de lo enseñado por Jesús.

Jesús nos hablará de la muerte de Zacarías (Mt 23, 35) según creen muchos, aunque allí se diga «hijo de Baraquías», como una expresión del rechazo tradicional de los profetas en la historia.

Mt 6, 24-34

Hoy escuchamos la continuación de las enseñanzas de Jesús sobre la jerarquía práctica de valores.

En una forma que nos parecería muy drástica y siguiendo el principio enunciado: «nadie puede servir a dos amos», nos afirma: «no pueden ustedes servir a Dios y al dinero».

Los ejemplos ilustrativos no los pone, evidentemente, el Señor para enseñarnos una fe pasiva en la Providencia o el desprecio de las exigencias materiales.  Pre-ocuparse quiere decir estrictamente «ocuparse por encima de todo», «hacer de algo la meta y el objeto de la vida».

Los bienes materiales, concretamente el dinero, no son en sí malos; pero con una facilidad pasmosa, de ser meramente medios, se convierten en meta; de ser una escalera o trampolín que nos lanzara hacia algo más alto, se convierten en sofá en el que nos arrellanamos.

Escuchemos de nuevo las enseñanzas evangélicas: «Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y todas estas cosas se les darán por añadidura».