Jn 16, 12-15
Cuando la oscuridad de la duda, se enciende en nuestro corazón, cuando no encontramos soluciones y respuestas para nuestros interrogantes más crudos: la muerte, la violencia, la injusticia, el mal, etc., entonces parece que todo está perdido y brota la tentación que nos pide abandonar la fe y la esperanza.
Hoy las dos lecturas nos previenen contra esta aparente solución y nos muestran que en esos momentos difíciles también está presente el Señor con nosotros.
San Pablo es capaz de descubrir, en medio de una multitud de dioses griegos, al verdadero Dios que ha acompañado a este pueblo sin que este pueblo pudiera reconocerlo con claridad pero que siente esa presencia también del dios desconocido. Y san Pablo se lo muestra y trata de acercarlos a él y de dárselo a conocer.
Jesús en el ambiente de despedida, intimidad y nostalgia que envuelve la última cena, busca dar a sus discípulos razones de esperanza para los momentos difíciles. Explica que serán momentos de incomprensión, que parecerá todo perdido, pero también anuncia que el Espíritu de verdad los irá guiando.
Y nosotros hoy, ¿qué estamos haciendo? La vorágine de un mundo acelerado que parece ahogar toda presencia divina, los antitestimonios que desfiguran el rostro de Dios, la maldad que acaba con las legítimas esperanzas, muchos dicen no creer, sin embargo en medio de nosotros también se puede sentir la presencia de Dios y su amor.
Podríamos decir que también a nuestro mundo necesitamos ayudarle a descubrir que ese dios desconocido está presente en medio de nosotros y que muchos lo buscan y lo presienten aún sin saberlo.
Cuando alguien está luchando por la verdad y la justicia, entonces está presente en medio de nosotros ese Dios; cuando se dan muestras de fraternidad, aún en medio de las limitaciones, entonces se puede descubrir ese rostro de amor; cuando se apuesta por la vida y por la naturaleza, cuando se defiende los derechos de todas las personas, cuando se comparte lo poco que se tiene, entonces se hace presente Dios en medio de nosotros.
Que el Espíritu de verdad nos ayude a descubrir cómo responder a ese amor, que nos abra los ojos y el corazón para ser conscientes de ese Dios que se nos revela a cada paso. Dios está con nosotros, Dios camina con nosotros, no podemos estar desanimados o tristes, debemos luchar con mucha esperanza.