Miércoles Santo

Mt 26, 14-25

Este pasaje del evangelio de San Mateo, está lleno de preguntas. Pregunta Judas el traidor ¿Qué estáis dispuesto a darme si os lo entrego? Nos dice el evangelista Juan que Jesús conocía lo que había en el corazón de cada uno. En la cena había urgido a Judas a que hiciera pronto lo que pensaba hacer. ¿Qué pasaba por la cabeza de este que, llamado por Jesús, no ha terminado de conocer el camino trazado por el Maestro? Sin duda chocan dos proyectos. El de Jesús es de paz y amor a todos. El de Judas no sintoniza con estos planteamientos. Forzar a Jesús a optar por otra vía pudo pasar por su cabeza, atendiendo a la pregunta que hace a los del Sanedrín. Su final revela que falló en su intento y que lejos de comprender el perdón y la misericordia, no quiso o no supo ver la alternativa.

¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

Ciertamente la pregunta está referida a un lugar determinado. No se menciona la identidad del dueño del lugar, pero debía ser conocido de todos. Jesús ha deseado intensamente celebrar esta Pascua con sus discípulos, No será una pascua común, como siempre, la que recordaba la liberación de Egipto. Esta viene marcada por las notables diferencias que va a establecer. Darse a sí mismo como verdadera comida y bebida. Su Cuerpo entregado y su Sangre derramada para el perdón de los pecados. A partir de aquel momento, hacerlo en conmemoración suya va a implicar vincularse a su Persona y a su proyecto. Exige donación y entrega, Como el grano de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto. El lugar de la Pascua nueva es la Comunidad y es cada miembro de la comunidad. Es en este lugar en el que él quiere morar, ser acogido y enseñar que se entrega voluntariamente por todos y por cada uno.

¿Soy yo acaso, Señor?

Una pregunta que van pronunciando uno tras otro. Judas también. Y Jesús le respondió que era como él preguntaba. Jesús había anunciado en esa cena memorable que uno lo iba a entregar. Juan lo cuenta de otro modo. A instancias de Pedro, pregunta a Jesús y la respuesta como un susurro la recibe Juan: a quién yo dé este trozo de pan untado, ese es. Se lo da a Judas y a renglón seguido, le dirá: lo que tienes que hacer, hazlo pronto. Judas salió inmediatamente.

Hay respuestas que nos toca darlas a cada uno. Cada uno sabe en su interior qué camino desea seguir y cómo quiere seguirlo. Si se torna complicado y difícil, ahí está el Maestro para señalar el modo y la manera de proceder. Abramos nuestra existencia a esa posibilidad. Seguro que la andadura será diferente.