Sábado de la IV Semana de Pascua

Hch. 13, 44-52; Juan 14, 7-14

En los últimos momentos de Jesús se va produciendo en sus discípulos una sensación de angustia e incertidumbre importantes.

Jesús les va anunciando su «partida del mundo» y su vuelta «al Padre». Pero estas cosas todavía no entran en la comprensión de sus discípulos. Hace mucho tiempo que están con Él y todavía no lo conocen a fondo. Los discípulos de Jesús le piden la razón más fuerte que cabe pedir para descansar plenamente en la confianza que han puesto en Jesús: ¡muéstranos al Padre y eso nos basta!

«La pregunta de Felipe que pide les muestre al Padre, pensando que Cristo, que hizo tantos milagros, se lo manifestase ahora con una maravillosa teofanía, al estilo de lo que pensaba de Moisés o Isaías, que habían visto a Dios, hace ver (una vez más) la rudeza e incomprensión de los Apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés».

Jesús no puede acceder a esa petición. Sin embargo para no decepcionar a Felipe, le dice que observe las obras que ha hecho ya que ellas son la prueba de que el Padre está en Él y Él en el Padre, pues todas esas obras, todos esos milagros, los ha realizado «en nombre del Padre y como signo de que el Padre está en Él».

Y Jesús todavía les hace una afirmación más avanzada: que el que cree en Él, hará cosas más extraordinarias de las que han visto que Él ha hecho. No les dejará abandonados. El Padre les acompañará y él mismo estará con ellos como intercesor, ya que «todo lo que pidan yo lo haré».

En todas partes el mensaje del evangelio encuentra oposición. Pablo es perseguido implacablemente, a muerte: en Iconio, Derbe, Listra… Pero dos cosas quedan aún más claras: el evangelio va dejando, allí donde se predica un reguero de consuelo y de alegría. Y el Espíritu Santo sostiene la marcha y predicación de los evangelizadores. El Espíritu Santo sigue siendo la íntima fuerza de la Iglesia misionera… así hasta el día de hoy.

Dame sed de tu Palabra, Señor, y sobre todo, dame la fuerza que necesito para ser fiel a todo lo que ella me pida.