Lunes de la II Semana Ordinaria

Heb 5, 1-10

Uno de los elementos que resalta esta carta, como lo iremos viendo a lo largo de nuestra reflexión, es el hecho de la obediencia de Cristo.

Este es un valor que nuestra sociedad individualista tiende a relativizar. Hoy se habla de la «Obediencia dialogada», es decir: – si me convences, entonces te obedezco – .

Ciertamente debemos reconocer que algunas de las órdenes de nuestros superiores pueden ser equivocadas e incluso injustas. Sin embargo, mientras que esta orden no nos lleve al pecado o nos impida relacionarnos con Dios, debemos obedecer.  Es válido decir: No estoy de acuerdo contigo o con la orden que me estás dando, pues pienso que estás equivocado… Sin embargo: Te obedezco.

Obedecer nos ayuda a crecer en humildad, virtud sin la cual la santidad no se desarrolla. Jesús nos puso la muestra. No es fácil obedecer, pero, es el camino que nos lleva a la perfección en el amor.

Mc 2, 18-22

Los fariseos se preguntaban por qué los discípulos de Jesús no se ajustaban al «ritualismo» que daba de alguna manera el signo de autenticidad con respecto al maestro (Incluidos los del Bautista).

La respuesta de Jesús es simple: Porque de ahora en adelante el cristianismo, es decir los seguidores de Cristo, no se distinguirá por sus prácticas religiosas (las cuales son importantes para crecer y desarrollarse como lo es la misa y aun las prácticas acéticas), sino por un estilo de vida centrado en el Maestro, y dirigido por la fuerza del Espíritu Santo (vino nuevo del NT).

Con esto no destruye el odre y el vino antiguo del AT (que es bueno) sino que va más adelante: para ser mi discípulo, diría Jesús en otras palabras, no basta ayunar y cumplir con las prácticas religiosas (ritualismo), sino dejarse conducir por el poder y el amor del Espíritu.

La vida que se rige por los principios del mundo es el odre viejo y gastado. La vida cristiana es una vida nueva, con nuevos principios de valoración de las cosas y con nuevas metas para conseguir. Por eso no podemos pretender ser cristianos, si seguimos los principios del mundo, las normas de conducta del mundo y las costumbres del mundo.

No podemos pretender ser cristianos si aplicamos la escala de valores del mundo. En ese caso, aparentamos un cristianismo que no hacemos vida. Nuestra vida es en realidad pagana. En ese caso, dice Jesús, estamos echando el vino del Evangelio en un odre viejo, porque nuestra mente y nuestra forma de vida, no responden a Jesús.

¿Qué tipo de odre eres y cuál es el vino que llevas? ¿Vas a Misa por encontrarte con Jesús, movido por el Espíritu, o «cumples» simplemente con el rito dominical? Esto define de quién eres seguidor.