
Hech 13, 13-25
En este pasaje vemos lo importante que es el tener un conocimiento profundo de las Sagradas Escrituras, pues éstas son el fundamento de nuestra predicación y de nuestro testimonio para los demás.
Quizás uno de los motivos por los que no hemos logrado establecer en nuestro medio una cultura profundamente cristiana es el hecho de que pocos cristianos realmente conocen la Sagrada Escritura.
Esto hace que no haya un punto de referencia adecuado que haga prevalecer en un determinado momento los valores cristianos e incluso que nuestro testimonio o nuestro diálogo con aquellos que no comparten nuestra fe, no encuentren un sólido fundamento.
Dediquemos todos los días al menos 15 minutos para conocer la Sagrada Escritura, es decir para conocer a Dios y su proyecto de amor para nosotros.
Jn 13, 16-20
El Señor nos conoce, sabe que somos débiles, que somos pobres criaturas, que podemos caer. Pero también sabe y nos lo ha dicho que no nos faltará su gracia porque Él nos ha elegido.
Cristo envía a sus mensajeros, a veces somos nosotros, debemos acogerlos. Porque al acoger a sus mensajeros acogemos también a Dios. Pero no debemos ser ingenuos acogiendo a pseudos-mensajeros, porque a veces son «lobos con piel de oveja» que diciéndose mensajeros de Dios pretenden arrancarnos nuestra fe Católica. ¿Cómo distinguirlos?
Aquellos que no sigan la doctrina verdadera de Cristo en las Escrituras y en la tradición de la Iglesia, quienes no siguen las enseñanzas del Papa, quienes se auto- proclaman nuevos profetas o nuevas religiones inspiradas por el Espíritu Santo…
Son tantos en el mundo actual los que se dicen enviados de Dios, pero son tan pocos los que en realidad escuchan a Dios.
Abramos nuestro espíritu y nuestro ser entero a la gracia de Dios que se nos quiere presentar en este día. Sepamos acoger a todos como enviados de Dios, ya que Dios a veces se sirve de lo «que no es nada en el mundo para manifestarnos su poder».
Y no ensordezcamos nuestro corazón cuando Él nos pide ser sus enviados.