San José Obrero

Hoy se nos invita a contemplar a San José como trabajador y obrero, que con sus manos sostuvo a la Sagrada Familia. Muchas asociaciones y grupos también recuerdan hoy el Día del Trabajo y se solidarizan con las personas que no tienen trabajo o que sus condiciones laborales no corresponden a la dignidad de un hijo de Dios.

Duele la situación de tantas personas, sobre todo jóvenes o padres de familia que no tienen la oportunidad de estudiar ni de trabajar, o de aquellas otras personas que aunque tienen trabajo su sueldo es raquítico e injusto, o las condiciones en las que trabajan son muy deficientes.

Hoy es un día especial porque a contemplar a José y a Jesús como trabajadores, deberíamos de revalorar el trabajo, no solo como un medio de sustento sino también como un elemento muy importante en la realización personal.

En la actualidad sobre todo en las ciudades, hemos llegado a una situación en la que parece que el trabajo nos absorbe todo el tiempo y no nos deja espacio para otras actividades. Las madres de familia, los papás, los mismos hijos tienen que ocupar casi todo el día en actividades laborales y se van endureciendo y haciendo insensibles a las necesidades de los demás.

La cultura actual propone estilos de ser y de vivir contrarios a la naturaleza y la dignidad del ser humano. El poder, la riqueza y el placer se han transformado por encima del valor de la persona en la norma y el criterio decisivos en la organización social. Se mira a la persona como una tuerca más del engranaje de la producción. Tendremos que esforzarnos mucho para realzar, en estas situaciones, el valor supremo de cada hombre y de cada mujer.

Toda la sociedad debería de estar encaminada a procurar una vida digna para cada uno de sus ciudadanos.

Que este día nos comprometamos a buscar estructuras más justas; que hagamos de nuestros trabajos una fuente de vida y dignidad para cada una de las personas; que luchemos contra toda injusticia en el campo del trabajo. Trabajemos con entusiasmo, pero mirando nuestras labores como un acercamiento a Dios Padre que siempre trabaja, que sostiene la vida, que nos cuida como hijos.